sábado, 17 de abril de 2010

VENEZUELA PIERDE SUS TALENTOS

El venezolano jamás migro antes. Estábamos acostumbrados a recibir con los brazos abiertos a todos los Inmigrantes, tanto a la Inmigración positiva que llego de Europa en la década de los 50, como a la no tan positiva que nos llovió de países vecinos; atraídos por la riqueza de un país que estaba creciendo como la espuma a consecuencia de dos fenómenos: el aporte que hizo en la economía nativa la inmensa capacidad de trabajo e imaginación que demostraron los inmigrantes Europeos y a los ingresos petroleros.
Pero tras una década de discursos, amenazas, conflictos internacionales, leyes que limitan los derechos de propiedad, expresión y educación, acompañados por enorme inseguridad personal y una economía estatizada con la mayor inflación del continente, nada tiene de extraño que muchos ciudadanos migren con la esperanza de un futuro mejor. Pero a diferencia de las grandes corrientes migratorias mundiales que solían ser muy heterogéneas en su educación y competencias, ésta es mucho más selectiva.
La migración venezolana de ésta década, está constituida por jóvenes profesionales, científicos, profesores retirados, profesionales que han tenido éxito en su desempeño, comerciantes que buscan nuevas oportunidades, médicos que aspiran trabajar en ambientes adecuados. Un buen ejemplo de esto es la enorme pérdida derivada de la brutal agresión contra PDVSA (Industria Petrolera Nacional) y sus profesionales, que ahora prestan sus servicios en México, Canadá, Arabia Saudita, Estados Unidos y otros países productores de petróleo, donde fueron recibidos con gran alegría, ya que esta fue una enorme adquisición de profesionales con excelente preparación. Otra característica de nuestra migración, es que ha ocurrido en forma gradual, un goteo costoso que va drenando el talento acumulado. Los países con visión de futuro, conservan talento y conocimientos. Esa acumulación, es esencial para el progreso. En Venezuela, muy al contrario, se instiga a migrar, son frecuentes las alusiones que en los discursos presidenciales se hace a que “al que no le guste que se vaya”.
Bajo esa premisa en la Venezuela anterior a este gobierno, se realizaron esfuerzos inmensos de dinero aplicados al capital humano para construir esos cimientos. Las universidades, programas como Mariscal de Ayacucho, las becas de PDVSA y las de ministerios, fundaciones, el antiguo Conicit y otras organizaciones efectuaron enormes inversiones en talento y desarrollo institucional. Y es por eso tan duro, ver que todo ese talento nacional, formado en las mejores universidades del mundo con dinero Venezolano estén ahora siendo aprovechados por otros países. Los resultados de esa inversión aún pueden verse en el Metro de Caracas, las empresas de Guayana, aquella PDVSA que se ubicaba entre las 5 primeras empresas del mundo, todas las obras de vialidad existentes, los hospitales, la electrificación rural, la expansión de las telecomunicaciones y la inserción de modernas tecnologías a lo largo y ancho del país. Sin embargo, los que con su trabajo construyeron un país que estaba en vías del desarrollo, ya no viven allí. Y sus obras, en vez de crecer y mejorar están siendo destruidas por falta de mantenimiento, mal manejo y abandono.
Ahora, cuando el país ha recibido durante estos 11 años los mayores ingresos fiscales de su historia, el régimen solo se dedica a imponer un torrente de leyes que intentan regular cada actividad humana como si el país fuera un cuartel. Como cualquier gobierno autoritario y retrogrado, ya sea de derecha o de izquierda, penetra la economía, con sus propias e ineficientes empresas y le aplica una estricta reglamentación a toda actividad privada, al punto que sólo aquellos que se han puesto de rodillas, escapan al calificativo de contrarrevolucionarios. Ya han deteriorando la infraestructura institucional, animados por un modelo ideológico fracasado cuyos ejecutores conciben una sociedad sumisa, con escuelas, radios, periódicos y empresas alineados con el "proceso" y donde no existe espacio para la creación literaria, artística o científica distinta a la que el gobierno y su partido aspira imponer.
Dios se apiade de Venezuela y de los Venezolanos!

Juana Frontera-Fogel

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