Vivir a plenitud….sin temer morir.
Cuando se pierde a un ser querido, es inevitable la tristeza, una tristeza que a mi modo de ver ocurre por apego hacia ese ser; sentimos el dolor por pensar que lo perdimos y no lo veremos más. Pero, puede ser también, un maravilloso momento para plantearnos muchas preguntas, cuando no nos las habíamos planteado con anterioridad; y de esa manera vamos entendiendo los ciclos de la vida, inevitablemente aceptamos que las cosas ocurren independientemente de lo que nosotros deseábamos o esperábamos.
Podemos remontarnos a la Grecia clásica, al mundo romano, paleocristiano y a la Edad Media y veremos como el fenómeno de la muerte es percibido como algo lógico, asumible, tolerable y no desesperanzador. En la tan mal llamada Oscura Edad Media los hombres vivían y morían de verdad, con los ojos abiertos... A la vez se escribían libros del Buen Amor y libros del Buen Morir", ejemplos claros son el Arcipreste de Hita . No solo el moribundo era conocedor del proceso de su muerte, sino todos sus familiares e incluso el pueblo: su muerte acontecía en presencia de todos, y es que para el hombre medieval la muerte era un acto solemne y público, en el que el moribundo era el protagonista, y en el que el hombre podía demostrar el verdadero valor de su vida de una manera sincera y sin máscaras (como decía Petrarca, "Un bel morir tutta una vita onora").
Sin embargo, en las últimas décadas hemos investido a la muerte y al morir, de todos nuestros más inconfesables temores y la hemos desterrado, apartándola de nuestra existencia, sacándola de nuestras casas, eliminándola incluso de nuestro lenguaje (“no sea que la atraigamos al nombrarla”). Sin querer darnos cuenta de que la muerte implica vida y al suprimir un término, languidece el otro", se enfatiza la vida y se oculta lo que hoy certificamos como la SINRAZÓN O EL ABSURDO de la muerte, olvidando que una no se puede entender sin la otra ("el olvido de la muerte es la deserción de la vida misma" nos advierte Unamuno).
Pienso que lo natural es nacer y morir, pero cuando a un ser querido le llega la hora, sea como fuere, generalmente parecemos no estar preparados, como si fuera algo que nunca pudiera ocurrir, como si estuviera ajeno a nuestra condición de humanos. Cierto día pasa y entonces pensamos en porque no disfrutamos de esa persona, porque no aprendimos de ella, porque y mas porque?…. Si hay una cosa cierta en referencia a la muerte, es que nunca nadie, que pasa por ese trance personalmente o viviéndolo con alguien muy cercano, se arrepiente de cosas que hizo, siempre los arrepentimiento están relacionados, con aquello que se dejo de hacer.
Una vez que un ser nace, lo único seguro que tiene, en un tiempo indeterminado que puede ir desde el mismo momento del nacimiento hasta los 100 anos, es la muerte! La muerte está presente en nuestras vidas, en forma permanente. Y en algún momento, vendrá por nosotros, para llevarnos de este mundo: a otro mejor? A la nada?... Eso dependerá de las creencias personales, y es absolutamente discutible, pero lo indiscutible en referencia a la muerte es: que somos seres mortales, lo cual indica que vamos a morir, sin lugar a dudas! Por eso es tan absurdo para mi, temerle a la muerte! “En efecto todo lo que nace muere y todo lo que muere ha nacido, de modo que nacemos enfermos de muerte como se nos recordaba en Hamlet”.
No deseo la muerte de nadie y menos de un ser querido, pero si deseo que hasta que esa hora llegue seamos capaces de vivir la vida, sin pensar tanto en lo que pasará y siendo más conscientes del presente, de lo que acontece en cada instante, por muy cotidiano que parezca. “La muerte debe ser algo extraordinario, como es la vida. Para comprender la muerte tenemos que comprender la totalidad de la vida, no tomar sólo un fragmento de ella y vivir con ese fragmento, como lo hace la mayoría de nosotros. En la comprensión de la vida está la comprensión de la muerte, porque ambas no están separadas. (Krishnamurti”)
Hay muchas personas que piensan que la muerte no existe, sino únicamente en un plano físico y ello debería provocar una pérdida del miedo a vivir la vida, sin tapujos, aprovechando cada respiración hasta que por suerte, porque Dios quiera o porque simplemente tenga que ser así, muera. Por ello no hay que preocuparse. Afirman: “No me cabe duda que tras la muerte, para las grandes personas están reservados los grandes lugares. Ese gran lugar es un regalo y ese regalo es permanecer en los corazones de los que te han querido. Eso significa ser eterno y la eternidad es inmortal.”
Sin embargo, me sorprende que muchas de esas personas, se derrumban ante la muerte de un ser querido? Eso me parece tan falto de congruencia! Y fuente inmensa de dudas para aquellas personas que, no tienen esas convicciones tan claras. Si es cierto, que la muerte física es una transición hacia otro tipo de vida, y que ese tipo de vida, es mejor que la que estamos viviendo en este momento? Porque no estar felices? Porque no hacer como en algunas religiones y tribus indígenas que celebran la muerte? Se alegran ante la muerte! ¡Esta falta de consistencia y de claridad, es la razón de la existencia del miedo a morir. Hoy no solo tememos a la muerte, sino que la rechazamos y la negamos. En este ritual de negación, de verdadera "defensa perceptiva" se ha expulsado a la muerte del horizonte de lo cotidiano confinándola al universo de la subcultura hospitalaria, entre vidrios, catéteres y batas blancas, abocando a las Ciencias de la Salud a ejercer el nuevo arte estéril de alargar las agonías.
El valor de muchas de nuestras representaciones religiosas -Freud lo expone ampliamente en El porvenir de una ilusión- estriba en que intentan darnos una representación consolatoria y benigna de qué nos espera luego de la muerte física, asignándole a la muerte un valor moral que se extiende retrospectivamente a la vida misma. En el cristianismo y en muchas otras religiones, la vida ultramundana está signada por el valor moral de las obras del sujeto durante su existencia terrena y la muerte misma aparece como un castigo a la pecaminosidad humana: nada se dice en el Génesis acerca de la mortalidad humana en el paraíso. La muerte, así como las enfermedades, la vejez y la necesidad de trabajar a fin de atender a la propia subsistencia son alternativas que parecen inaugurarse con la caída.
Existen muchas explicaciones al miedo a morir, pensadores, filósofos, teólogos y psicólogos lo atribuyen al trauma del nacimiento...”El vientre materno seria el ambiente ideal, en el cual estaríamos a salvo de cualquier contingencia, agresión o carencia”. Repentinamente el bebe se ve obligado a abandonar ese lugar y ser expulsado del en forma violenta y traumática…como es su paso por el canal del parto…el no sabe en ese momento que no está muriendo, que mas bien va a empezar a vivir…..lo que le sigue a ese momento traumático es: el conocer a sus padres, al mundo y con el todas sus vivencias. Otros analistas del tema, creen que el verdadero temor nace de los “apegos”, lo que no queremos dejar, lo que nos ata…..resulta muy difícil dejar lo que amamos, lo que nos gusta, lo que nos da placer y lo que nos hace felices
La explicación real al miedo humano a la muerte, hasta el momento no está absolutamente definida y tampoco lo está lo que pasara con nosotros después de ese inevitable paso que es la muerte, y esta es evidentemente una de las causas más importantes de este miedo a morir, del cual estamos hablando. La muerte es, finalmente, descanso de las pasiones, cesación del dolor, consuelo espiritual, acceso a la verdad y ascensión a la poesía y se le presenta al hombre como una madre o una hermana bondadosa que le acoge en su seno generoso, rescatándolo de las miserias del mundo y de las ingratitudes del prójimo. (Enfoque Poético. Hoffman)
Hay una anécdota de un Lama Tibetano que me parece podría ayudar a bajar el miedo y angustia que ese inevitable hecho produce en nosotros: tenía un discípulo que le preguntaba frecuentemente si había vida después de la muerte, era tanta la insistencia que un día el maestro decidió contestarle: “La pregunta no es si hay vida después de la muerte, sino si hay vida antes de la muerte”
Así invito a que cada cual recupere el protagonismo existencial de su propia muerte y es que la muerte nos pertenece y a ella pertenecemos, y pese a todas las dádivas y ofrendas tecnológicas es insobornable e implacable. Podemos negarla o ignorarla, jugar al como si no, pero a todos nos espera, y temerla o disfrazarnos con catéteres y aparatos no evita que nos aguarde a todos en nuestra propia Samar-Khand. "Si se dice que es un paraíso para ser visto en este mundo, entonces el paraíso de este mundo es Samarcanda” (Ata-Malik Juvaini)
El filosofo griego Epicuro afirmaba hace más de dos mil años que la muerte no debe preocuparnos realmente. Ni tampoco ha de generar a nosotros motivo alguno de inquietud o desasosiego. La explicación que aportaba es sencilla: “mientras yo estoy vivo, la muerte no ha venido todavía, y cuando la muerte llegue entonces yo ya me habré ido”. Otro pensador clásico cono Seneca insistía igualmente que es preciso aprender a tratar adecuadamente el tema de la muerte, y que es necesario saber vivir bien para poder morir en paz. Porque de otro modo “muchos fluctúan entre el temor de la muerte y los disgustos de la vida, no quieren vivir y no saben morir. Pero te aseguro que marchas a la muerte, desde el día que naciste”
De hecho, nosotros debemos aspirar a vivir bien, a llevar una vida buena, gratificante, satisfactoria, con cuidados, sencillamente para vivir mejor, más tiempo y en mejores condiciones de vida. Pero eso no obsta para que además, podamos pensar que en algún momento, nuestra vida llegará a su fin y habrá concluido. Ya que en otro caso la acción de morir no tendría ningún sentido para la vida. Sería tan sólo como un accidente sobrevenido. En palabras del célebre escritor Francisco de Quevedo, “sólo prepara una buena muerte el que vive una vida buena. Añadiendo a continuación: «la muerte es principio de vida eterna para el alma». Y es que ante el hecho de morir no tenemos propiamente elección.
Por todo ello debemos cambiar de actitud. Debemos comenzar a mirar la muerte con otros ojos, a pensar en ella de otro modo y, en definitiva, debemos aprender a no temerla.
Por eso escribí esta nota, la mejor receta para contrarrestar el miedo a la muerte, es entender que la vida se compone de cada momento, de cada situación, de cada minuto…y que lo único que nos debe preocupar es: vivir a plenitud antes de morir.
"Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grava
¡Tendré apretados los dientes
y decidida la barba!"
Vientos del pueblo. M. Hernández.
Juana Frontera-Fogel MD, MEd
Miami 03-06-2010
5 comentarios:
uf
me has bajado el nivel de angustia que he tenido en las ultimas 48 hrs exactamente por este tema.
gracias por esta entrada.
Me alegra mucho.......para eso escribo!
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